ALEIXANDRE, VICENTE
En junio de 1936 Rafael Morales visitó por primera vez a Vicente Aleixandre en su mítica casa de Velintonia. Poeta adolescente, leyó al maestro los versos que acababa de publicar en la talaverana revista Rumbos. «Era un joven, casi un niño», recordará posteriormente Aleixandre en su libro de semblanzas Los encuentros. Para Morales, el autor de La destrucción o el amor, libro que leyó por entonces con admiración, se convirtió en maestro y «hermano mayor». La guerra no corta la amistad, sino que la fortalece. Morales visita a su convaleciente amigo en compañía de varios paisanos y entabla allí relación con Miguel Hernández. El epistolario que aquí presentamos, conformado por 121 cartas, es uno de los más amplios escritos por Aleixandre, consumado especialista en estas labores. Abarca, además, un periodo, el de la inmediata posguerra, del que restan pocos rastros. Del conjunto sólo una carta está escrita por Morales, el resto fue expedido por Aleixandre y amorosamente guardado por la familia del poeta talaverano. Aleixandre envía sus versos inéditos a su joven amigo, al que además ayuda a pulir los suyos. Velin