DOMENACH / JEAN-LUC DOMENACH
China se ha convertido en un inmenso taller. Con el desarrollo capitalista, por un lado, y la tradición comunista, por otro, ofrece el espectáculo de un paÃs que recupera el camino del progreso en medio de un increÃble desorden. Desde hace diez años acumula éxitos: se ha desarrollado y consolidado en el interior; se ha comprometido con el mundo exterior y realiza una polÃtica más ambiciosa, especialmente frente a Estados Unidos y en Extremo Oriente. Sus éxitos estimulan una salida implÃcita, e indiscutible desde hace poco, respecto de las vÃas tradicionales del comunismo. Pero China es un coloso con pies de barro. La situación interior sigue siendo frágil y los cambios de la sociedad la hacen peligrosa. Las protestas se multiplican en las ciudades y en el campo, mientras que cien millones de emigrantes circulan por todo el paÃs. Los dirigentes evitan debates cada vez más necesarios, lo que hace presagiar graves peligros en el futuro. China ha entrado en la OMC, pero antes de acoger los Juegos OlÃmpicos aún debe ganar en madurez y construir una relación equilibrada con el resto del mundo.