POZO MUNICIO, JUAN IGNACIO
Se dice que vivimos en la sociedad del conocimiento, pero para muchas personas es más bien la sociedad de la información. Convertir la información en auténtico conocimiento requiere dominar nuevos sistemas de representación simbólica (numéricos, artísticos, científicos, gráficos, etc) que no forman parte de nuestro ?equipo cognitivo de serie?, y que por tanto no están al alcance de todos, sino que deben adquirirse a través de la cultura y, en último extremo, de la educación. Pero esa adquisición plantea a su vez nuevos retos educativos, culturales y también psicológicos. Este libro se ocupa de uno de esos retos: estudiar los procesos mediante los que construimos y adquirimos el conocimiento. ¿Cuál es su naturaleza psicológica y cómo se diferencia de la simple información? ¿Tienen otros animales esa capacidad de conocer o se trata de una conquista exclusiva/mente humana? ¿Cómo influyen las restricciones biológicas y la cultura en los procesos de adquisición de conocimiento? ¿Son las formas de conocer universales o dependen de la cultura? Recurriendo a investigaciones recientes en diversas áreas como psicología cognitiva, antropología, biología, paleontología, neurociencias, psicología animal o diseño instruccional, J. I. POZO sostiene que conocer es una capacidad exclusivamente humana que nos permite acceder a nuestras propias representaciones implícitas con la mediación de esos sistemas culturales de representación simbólica y, de esta forma, reconstruirlas. Conocer es mirarnos, como la pintora de la cubierta, en el espejo de nuestras representaciones implícitas, haciendo que la carne se convierta en verbo y, a través de esa nueva mirada culturalmente construida, acceder a nuevas formas de conocer el mundo y vivir en él.
Todo acto de conocimiento es de algún modo un autorretrato, pero al mismo tiempo es la única forma de superar o reconstruir las restricciones que, como consecuencia de su historia natural, nos impone nuestro sistema cognitivo implícito. Más allá de esas restricciones, otro mundo mental es posible, pero sólo a través del conocimiento, entendido como una reconstrucción cultural de nuestra naturaleza cognitiva más primaria, una naturaleza que sin embargo, por fortuna o por desgracia, nunca abandonamos del todo.