PÉREZ ESCRIVÁ, VICTORIA / CALVO, MÓNICA
En el jardín de casa había dos árboles: un cerezo y un manzano.
Uno lo plantó mi madre.
El otro, mi padre.
Los árboles crecían separados, pero con el tiempo quisieron
acercarse el uno al otro.
A veces, se inclinaban tanto que las ramas se alargaban
y se cruzaban unas con otras. Las hojas se acariciaban entre sí...
"Dos árboles" es una bella metáfora de cómo surge el amor y cómo puede convertirse en algo distinto, pero igual de valioso.