MALO, BLAS
Murcia, 1303. Tras la muerte del rey Sancho IV, el reino de Castilla tiembla al borde de la guerra civil. La reina viuda María de Molina y su hijo Fernando se aferran a la corona, zarandeados por la codicia de los nobles. Y, de todos ellos, es don Juan, hijo del infante Manuel, adelantado de Murcia y señor de Peñafiel, quien más extiende sus intrigas y su ambición, alentado por su linaje bendecido, por su espada santa Lobera y por la defensa de su honra y de sus palabras soberbias.
A su vez, mientras los halcones de los cetreros vuelan libres y alto en las vallisoletanas tierras de Peñafiel, un fraile es arrancado de su convento y lucha en cuerpo y espíritu por sobrevivir a la angustia, encadenado a la escritura al servicio de su nuevo señor. Sólo maese Zag, sabio tesorero judío de don Juan, ve en él al hombre perfecto que dará gloria eterna al díscolo nieto del rey Santo.
Pero contra el Ángel Negro de la Muerte que asola el reino, que abate por igual a campesinos y villanos, a frailes y legos, a nobles y damas, a clérigos y reyes, y que quebranta una y otra vez las ansias de inmortalidad de don Juan y de fray Rodrigo, hay un único poder que pueda oponérsele: el amor de otro Ángel.