ENRIQUE JARDIEL PONCELA / JARDIEL PONCELA, ENRIQUE
Los estrenos de las comedias de Enrique Jardiel Poncela fueron acontecimientos inolvidables en el Madrid de su tiempo e incluyeron éxitos apoteósicos y estrepitosos pateos. Lo innovador de sus obras, los apasionamientos que provocaban entre el público, la fuerte oposición a ellas de la adocenada crítica de su momento, todo contribuyó a hacer de estos estrenos unos sucesos culturales de impredecible resultado. Además, los empresarios rivales enviaron muchas veces sus «reventadores», armados con pitos y martillos, para ensordecer con sus ruidos la representación. Estos enfrentamientos en pro o en contra de un nuevo y revolucionario tipo de teatro son los que Jardiel nos describe, con su estilo divertido, personalísimo e inimitable.
Este libro es la primera recopilación de los «Prólogos» en los que el autor nos cuenta las circunstancias en que imaginó, escribió y estrenó las comedias que renovaron el teatro cómico español. Son, pues, la descripción del proceso creativo de Jardiel y, sobre todo, un testimonio cómico -pero no por ello menos valioso- del mundo cultural español de los años treinta y cuarenta, una interesante visión del teatro por dentro, hecha por quien mejor lo conocía.
Enrique Jardiel Poncela (Madrid, 1901-1952) es uno de los miembros más destacados de la que se ha llamado «la generación inverosímil» y está considerado como el renovador del humor español moderno. Su producción literaria es ingente.
Pese a que se le conoce más como dramaturgo, escribió también novelas, cuentos, poesías, ensayos, artículos periodísticos y guiones cinematográficos. Dirigió películas y fue empresario teatral. Su humor vanguardista y cosmopolita creó escuela y dejó una impronta jardielesca en los humoristas posteriores.
Aparte de su obra creativa, Jardiel Poncela fue un teórico del humor, preconizó la superioridad de éste sobre el género dramático. Para él, la comicidad era uno de los frutos de la civilización. El humor surge de la inteligencia. Para poder entenderlo y apreciarlo en profundidad ha de poseerse una sólida cultura, una aguda sensibilidad, un buen conocimiento del propio idioma y una actitud sabia ante el mundo.