ABAD, MERCEDES
áá En 1986
Mercedes Abad ganó el VIII Premio La Sonrisa Vertical con el
volumen de relatos breves Ligeros libertinajes sabáticos. Trece
años después, esta décima edición
confirma el acierto del jurado al concederle un galardón que, año tras año, ha
ido conquistando el interés de la prensa y el público.
á
áá Sin la menor duda, Ligeros libertinajes sabáticos
reúne todos los requisitos que pueden satisfacer tanto al más refinado
erotómano como al lector que comienza a iniciarse en el campo de la literatura
erótica? He aquí una serie de historias rebosantes de imaginación, llenas de
sugerencias más o menos veladas y, por encima de todo, llenas de deseo en el
más carnal de los sentidos. Luis G.
Berlanga las ha descrito como ereccionales
-o humedecedoras, según el caso-, y
el lector podrá comprobarlo con relatos tan suculentos como «Pincho moruno» o
«Pascualino y los globos»á; podrá asimismo descubrir las infinitas posibilidades
que ofrece la gastronomía con «Una mujer sorprendente» o, en fin, tal vez acabe
corroborando sus sospechas de siempre en torno a la relación que unió al Dr.
Watson y Sherlok Holmes en «Dos socios inolvidables o el erotismo de la
lógica».
á
áá Sin perder un ápice de su eficacia erótica,
cada uno de estos relatos contiene un barniz de ironía que les hace apelar no
sólo a la sensualidad sino también a la inteligencia y al sentido del humor del
lector.
Sin la menor duda, Ligeros libertinajes sabáticos reúne todos los requisitos que pueden satisfacer tanto al más refinado erotómano como al lector que comienza a iniciarse en el campo de la literatura erótica? He aquí una serie de historias rebosantes de imaginación, llenas de sugerencias más o menos veladas y, por encima de todo, llenas de deseo en el más carnal de los sentidos. Luis G. Berlanga las ha descrito como ereccionales?o humedecedoras, según el caso?, y el lector podrá comprobarlo con relatos tan suculentos como «Pincho moruno» o «Pascualino y los globos» ; podrá asimismo descubrir las infinitas posibilidades que ofrece la gastronomía con «Una mujer sorprendente» o, en fin, tal vez acabe corroborando sus sospechas de siempre en torno a la relación que unió al Dr. Watson y Sherlok Holmes en «Dos socios inolvidables o el erotismo de la lógica».