NUÑEZ / NUÑEZ DIAZ-BALART, MIRTA
Tras el fin de la guerra civil, la estrategia desplegada por el general Franco, a la cabeza de un ejército de ocupación de su propio país, estableció como uno de sus pilares fundamentales una política de terror selectivo sobre la población no adicta al régimen. Esta población sufrió persecuciones y humillaciones sistemáticas para culminar como víctimas de encarcelamientos masivos, e incluso ejecuciones.
El régimen permitió y amparó la represión tanto durante la guerra como tras ella, para lo cual diseñó una justicia, que se grabó a fuego sobre los presos y sus familiares. En su objetivo, punitivo e infamante, no había límites: hubo jóvenes que fueron condenados a muerte y se dilató su ejecución hasta que cumpliesen la mayoría de edad. Los presos fueron utilizados en obras públicas y privadas, a cambio de sometimiento y una ínfima retribución, insertos en el Patronato de Redención de Penas por el Trabajo o en los batallones de trabajadores donde no percibían pago alguno. Las mujeres fueron víctimas especiales de esta política, por sí o por tener a sus familiares presos o fugados. Para ellas se diseñó el delito consorte, que les hacía objeto de chantaje, y les obligaba a asumir e imponer en el entorno familiar el sometimiento que imponía el régimen. La Iglesia católica, en connivencia con el Estado, bendecía la cruz impuesta a la población reclusa y su entorno y lo maquillaba con una propaganda que aireaba clemencia donde sólo había ensañamiento. Esta comprendía medidas diversas para su rescate desde el principio de la penitencia y el sometimiento. La Iglesia católica bendecía la cruz impuesta a los vencidos, que nunca dejaron de serlo y, junto al Estado, maquillaban la realidad a través de una propaganda que vendía clemencia donde había ensañamiento, que envolvía la coacción con palabras pías y patrióticas. Las instituciones penitenciarias y los campos de concentración se multiplicaron como lugares de expiación. Los que sobrevivían al hambre y al maltrato se encontraban con una política bifronte: por un lado la coacción para el sometimiento. Por otro, su supuesta redención a través de indultos y medidas parciales que les mantendrían para siempre sujetos por el miedo.
Mirta Núñez Díaz-Balart, tras una dilatada investigación, recupera en "Los años del terror" la historia y los documentos pertenecientes a las cárceles y a los campos de concentración del franquismo: expedientes de juicios sumarísimos, sentencias de muerte, cartas pidiendo clemencia para menores condenados a la pena capital... Todo un sistema represivo puesto en marcha para imponer y lograr la domesticación y la obediencia del pueblo español.