RAMÍREZ LOZANO, JOSÉ ANTONIO
Lo de aprobar el curso estaba aún por ver. Lo digo por el calor.Acostumbrado al frío de Castilla y con un cuerpo como el mío, que esmantecoso y blanco como el de mi madre, lo de los cuarenta gradosresultaba una crueldad. Hay que tener en cuenta que cuando llegamos en septiembre a Sevilla, en Valladolid estaba ya el invierno y, encambio, aquí hacía un calor pegajoso. Un calor pegajoso y dulce, deesos de uva fermentada, que engorda las moscas, las pone borrachas yacaban siguiéndote a todos sitios. Pesadas y torpes las moscas, igualque el día aquel que les dio por venirse conmigo al instituto.