MARIE JAOUL DE PONCHEVILLE
Molom era un chamán, podía transformar el mundo a su alrededor, conocía las fórmulas mágicas capaces de dominar a los espíritus de la tormenta y de la luvia, a los animales y a las piedras.
Molom era un chamán, un mago, el águila, el hombre espejo, el hombre memoria. Molom descubrió a Yoden, el niño de la estepa, abandonado entre los lobos. Y se ocupó de adoctrinarlo en la sabiduría de los chamanes, mongoles, de prepararle para un camino que le conduciría de la compañía de los lobos al corazón del mandala. Este maravilloso cuento mongol, donde se mezclan la poesía de El principito y el misterio de El Alquimista, es un relato conmovedor que nos conduce, a medida que avanzamos en su lectura, por el camino del autodescubrimiento. Molom era un chamán, podía transformar el mundo a su alrededor, conocía las fórmulas mágicas capaces de dominar a los espíritus de la tormenta y de la lluvia, a los animales y a las piedras.