Nasrudín acompaña a su padre, Mustafá, al mercado en varias ocasiones con un burro, pero siempre se da la vuelta antes de llegar Se siente avergonzado de las críticas de la gente a cuenta del peso que tiene que soportar el animal, o por quién va montado en él Su padre le deja hacer y espera, paciente, a que se dé cuenta de una cosa: que no debe dar tanta importancia a los comentarios, y que debe aprender a tener su propio criterio y opinión.
Una mañana, Nasrudín, montado en su asno, se dirige al mercado a vender albaricoques y huevos. Todo marcha a las mil maravillas, pero al terminar descubre que su asno ha desaparecido. Entonces, Nasrudín tiene que aguzar el ingenio para recuperar el animal.