Esta obra nos muestra que es menester actualizarnos, y más exactamente, desaprender, máxime cuando los retos y las oportunidades se renuevan a diario. Como en los rituales iniciáticos, la academia debe sacrificar, periódicamente, sus certezas, así hayan sido entronizadas en sus prácticas pedagógicas y su léxico de turno. Más imperioso todavía es mantener abierto el porvenir, a pesar de la conducta básica y egoísta de estirpe reptil, potenciada por la racionalidad instrumental. Así el universo, en definitiva, sea contraintuitivo, cuando conceptos como los de libertad y tiempo se revelan cada vez más elusivos, se aventuran algunas reflexiones a partir de los guiños que nos hace una ciencia desbordada.